jueves, 18 de abril de 2013

TAMBORES DE GUERRA

El Capitalismo en su versión ultraneoliberal y las democrácias occidentales, estructuras políticas y sociales implantadas por éste en distintos países han entrado en colisión. Las crecientes demandas de bien estar en este tipo de sociedades han alcanzado un punto tal que no pueden ser satisfechas por el sistema económico financiero capitalista. Hay que decir que eso que se ha dado en llamar "estado del bien estar" se puede resumir en la extensión mas o menos gratuita para la casi totalidad de la población de los servicios de la Sanidad, la Educación, la Protección a la Dependencia, etc. generando un Sector Terciario que absorbe --por ejemplo, en España--en torno al 72/75% de los trabajadores del país, el resto del bienestar, básicamente, se identifica erróneamente con la capacidad de consumir toda clase de cosas, productos orgánicos y manufacturados al márgen de las consecuencias profundamente negativas que se producen, tanto para las personas como para la propia Naturaleza, al ser esquilmada y sobreexplotada. Este aberrante modo de vivir está generando profundos desequilibrios en las colectividades ciudadanas creando enormes bolsas de exclusión, sufrimiento, y está afectando gravemente a los propios ciclos naturales incapaces de absorber, transformar y neutralizar los excesos de toxicidad y degradación que impone el sistema capitalista.

A la vez, en este estado de cosas, la evolución de los países es profundamente desigual. Junto a los grupos de países consolidados y dominantes, surgidos de los antiguos imperios coloniales y de las últimas guerras, estan apareciendo nuevos Estados y agrupaciones de éstos que trastócan y modifican los antíguos conceptos hegemónicos y por tanto, comerciales y de influéncia. Los polos geoestratégicos del planeta también, de manera inevitable, han cambiado. De un mundo bipolar que giraba en torno a EE.UU. y la antigua Unión Soviética, se ha pasado a un concepto multipolar donde, además de las dos poténcias mencionadas y la incompleta Unión Europea, cohexisten y se relacionan con los anteriores todo un conjunto de países emergentes de peso creciente en el concierto mundial. Todo este estado convulso de crecimiento y desarrollo de las sociedades del planeta, atizado y exacerbado por la carrera armamentística y la aparición y desarrollo exponencial de las nuevas tecnologías de comunicación y computación, multiplican hasta límites no fácilmente concebibles todo tipo de tensiones y riesgos para la civilización del hombre.

Finalmente, por vez primera, los hombres de una manera bastante extendida, son capaces de vislumbrar los límites que ofrece nuestro mundo, tanto en lo que se refiere a la obtención de materias primas, como a la vulnerabilidad de los ecosistemas. En suma, sólamente la ceguera de las personas y colectivos que viven, medran e impulsan los conceptos y pautas de comportamiento del sistema capitalista, impiden que se pueda abordar una organización diferente del mundo en que nos ha tocado vivir.  Sin embrago, esta es una contienda que no se puede perder si pensamos que la raza humana ha de tener un futuro.

Juan Murillo

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