jueves, 20 de octubre de 2016

CONCLUSIONES

A cinco días de las Elecciones Generales (bis), las mismas--no consumadas--del pasado diciembre. Muchos piensan que el hecho diferenciador básico ha sido la desaparición del bipartidismo de la Transición, sustituido por cuatro formaciones consolidadas.
Un análisis más extenso nos diría que son muchos más los cambios producidos tanto en el contexto nacional como en el panorama internacional. Sin embargo, por encima de cualquier otra circunstancia, nuestra pertenencia a la UE bajo las reglas del Tratado de Maastricht y nuestra carencia de moneda propia junto con el dogal que se nos impone del pago de la Deuda bajo determinadas condiciones y el control del Déficit por encima de cualquier otra prioridad, anula hasta límites insospechados nuestra capacidad de maniobra dentro de la arquitectura diseñada y aplicada por la TROIKA. Por ello, cualquier gobierno que salga--y no digamos si es un gobierno de progreso--lo va a tener sumamente difícil. La experiencia griega es una muestra a considerar, pero también es una valiosa información para la búsqueda incesante de nuevas vías.

La primera enseñanza es que "el tamaño si importa". Véase el caso inglés y el Brexit con un trato diametralmente opuesto al sufrido por Grecia. La segunda enseñanza es que España, aun siendo casi cinco veces Grecia, quizá no tuviera el peso necesario, por ello resulta forzoso trabajar en la dirección de la construcción de bloque afines en el contexto internacional (estar cerca de la situación francesa del momento casi desconocida o el avance de las alcaldías de progreso en Italia). Pocas cosas son tan afines como la desigualdad, el paro, la opresión del poderoso, etc., que no entienden de fronteras, lenguas y religiones. Tal como decíamos al principio, la decadencia del Estado-Nación y el crecimiento del localismo hiperlocal en el que se consolide un Municipalismo Post-Capitalista sea el camino en el que nos debamos poner a trabajar a partir de "el día después" con toda decisión, con todos los riesgos, pero mejor desde posiciones de poder que desde la oposición.
El 26J no es en modo alguno el ansiado final de un proceso político sino el tiro de salida para continuar la lucha en favor de los DDHH y de la recuperación de las perdidas conquistas de nuestros padres y abuelos alcanzando otras nuevas. Una lucha que se nos antoja aun ha de ser larga.


JMS.(21/06/2016)

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