El insomnio me está matando
en este largo verano. Siete días
durmiendo cuatro horas y dos enigmas que no soy capaz de resolver. El primero: ¿Por qué la clase obrera vota al PP? (Ver
artículo de Mª Eugenia R. Palop en Diario.es.) y trabajo de análisis para los
CCM y SG en los territorios. El segundo:
¿Por qué no nos quieren nuestros jefes? Hablaré del segundo después de
haber visto quejarse a 40 o 50 municipios en las reuniones de Luis Alegre. Y yo
me pregunto, ¿Es que no hemos hecho suficientes méritos para que nos quieran?
Veámoslo desde el punto de vista del activismo. En la democracia representativa
el termómetro de medida es el voto, todo lo demás son "macanas". El
voto en generales y autonómicas y el voto en municipales. En las dos primeras,
admitámoslo, el 80% del éxito se debe a la influencia de los medios. En
municipales, se invierten los términos, el trabajo en la base puede pesar el
50% (más o menos). Si estoy acertado en lo que digo, el "cariño" en
aquellos municipios donde gobernamos será mayor que en aquellos otros donde no hemos
sacado concejales. (¿Se puede
comprobar?). Para los "podemitas", el cariño es como el aire que respiramos. Remedando a
Suarez cuando dijo, "quiéranme menos y vótenme más", quizá ha llegado
el momento de no querernos "tanto" y trabajar de manera correcta para
que nos voten más. ¡Y así obtendremos el cariño de los jefes!--¿O no?--¿Y cómo
se nota el cariño en política?--
JMS. (29/08/2016)
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