Hace una semana, Pablo
Iglesias se postulaba como socialdemócrata convencido ante un selecto grupo de
empresarios. Esta mañana he leído que el Vaticano ha invitado a P. I. y demás miembros
de la cúpula de Podemos para el mes de septiembre, a un encuentro privado. ¿De
qué querrá hablar el papa Francisco con los "endemoniados" españoles?
Sin duda de cuestiones arcangélicas, místicas. De tantear, quizá, las
posibilidades de recuperarlos para el redil de los corderos de dios.
Sin embargo, el
conocimiento que tengo acerca de los modos y mañas con que funciona la Iglesia
en cuestiones terrenales, me hace temer que más que las almas de Pablo Manuel y
sus secuaces, preocupa a Su Santidad la posible derogación de disposiciones legales por las que la Iglesia escapa de pagar el
IBI. También, cuál sería la situación de la Educación Concertada en el caso de
que Podemos llegase al gobierno. En fin, como se ve, todo son cuestiones
teológicas a calcular y prever. Lo cierto es que la política real poco tiene
que ver con la disertación teórica del aula o con el mensaje simplista de los
mítines.
¡Qué lejos queda ya
Vista-Alegre!
También, cada vez es
más firme el convencimiento de que nos hallamos en "El invierno de la
democracia" como dice Guy Hermet. Posiblemente, la democracia
representativa del pueblo mediante el sistema de partidos ha dado de sí todo lo
que tenía que dar y en estos momentos es un cadáver andante al que no sabemos
cómo sustituir. Se inventó para garantizar el buen gobierno del "pueblo,
por el pueblo y para el pueblo". Pero hay un aspecto importante del
problema, la relación entre democracia y desarrollo, hasta ahora se decía que
el bienestar promueve la democracia, pero también que el dinero la corrompe. En
estos momentos el triunfo del segundo eje es arrollador, hasta el punto de que
resultaría cómico si no fuera trágico la sumisión de los gobiernos al
capitalismo transnacional.
La pérdida de soberanía
de los estados es un hecho ante la política de bloques, y por encima de estos
planea el poder de las transnacionales. El Poder, poliédrico, de infinitas
caras, apenas reside en los Parlamentos, y si esto es así, ¿Qué es lo que queda
de la democracia? Casi no importa; siempre nos quedara el Vaticano. JMS:
05/junio/2016
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