Hoy no me meteré con el
PSOE. Cierto que es un competidor electoral pero también es un socio en Alcalá
y para mí, el ámbito municipal es primordial en la política. Es esa parte de la
política que los ciudadanos y ciudadanas podemos "palpar". Lo demás,
para la gente corriente, es lo que nos cuenta la prensa más o menos canalla y
la TV, igualmente canalla, también las redes, fragmentadas y dispersas. Pero,…
hablemos de Terrorismo, eso que nos puede tocar de cerca, tan de actualidad, que
nos aterra, y que ha afectado terriblemente a los franceses hace unos días.
Todavía nos estremecemos
al recordarlo, pero ahondemos en la memoria. Desde el 10 de enero de 2013
Francia libra una guerra en el norte de Malí--más de dos años--Bueno, dirán algunos
bien-pensantes, hay que extender la democracia a todos los confines del
planeta. Lo que sucede, es que los constantes bombardeos franceses en regiones
tremendamente pobres de Malí solo son la determinación francesa de mantener una
dominación neocolonial sobre las riquezas de los pueblos africanos en un
contexto de crisis mundial. De paso, se impide la auto-organización de los
malienses y se evita que prosperen las aspiraciones democráticas,
antiimperialistas y panafricanistas. Llegados a este punto nos podemos hacer un
par de preguntas. Malí es un país con importantes recursos mineros y agrícolas,
oro, principalmente. El Estado maliense participa en un 20%, el resto, el 80%
se lo reparten empresas sudafricanas, australianas y canadienses.
¿Y Francia? ¿Qué pinta
Francia ahí si sus intereses en el Sahel se concentran en territorio nigerino,
cuarto productor mundial de uranio, (segundo, para 2020)? Es indudable que la
actuación francesa en Malí tiene un objetivo indirecto concreto para defender
la explotación minera en Niger. Recordemos el secuestro hace varios años de
cinco técnicos franceses de las minas de Arlit por parte de Al Qaeda, y no
olvidemos que Francia es el país más nuclearizado del mundo con 58 centrales
que producen el 78% de la electricidad, de ahí "la enorme importancia para
Francia del uranio nigerino en términos de seguridad energética"
(Garcia-Luengos). Bueno, dirán otros
bien-pensantes. "Pero Francia pagara generosamente a Níger la explotación
de esos recursos". Veamos los datos.
Francia importa todo el
uranio que consume. Casi el 40% procede de Níger a través de la multinacional
Areva (El Estado posee el 80%) En Arlit posee el 63%, en Akokan el 34%, en
Imouraren el 56%. En Cominak, la empresa que tiene la concesión de Akokan ---un 10% es de capital español--.
(¿Explicaría eso el reciente intercambio de "roles" que están sobre
el tapete de Rajoy-Holland, "Tu te ocupas de Mali y yo me concentro en
Francia?). Respecto a la generosidad occidental, decía el presidente nigerino Mahamadou
Issoufou, " Del sector del uranio
se reciben apenas 100 millones de euros al año. Eso no llega ni al 5% de
nuestro presupuesto. No es admisible".
Este saqueo, por qué ese
es su verdadero nombre --del que se habla muy poco en los medios españoles--, y
la cobertura bélica del mismo, está produciendo incontables decenas de miles de
muertos entre la población civil, millones de desplazados, sufrimiento y
miseria sin cuento. Es un goteo diario desde hace varios años que va pareciendo
cada vez más un diluvio. Y ahora viene
la segunda pregunta que decía antes: desde nuestro más íntimo fuero interno, ¿Vale lo mismo un ciudadano o ciudadana
parisiense, madrileño, londinense, etc. que un/una maliense, nigeriano, sirio,
tunecino, etc.? Contestémonos con sinceridad y honradez y, luego, dejemos
campar libremente nuestro vehemente apoyo a que se extiendan, o no, los
bombardeos sobre todas esas regiones del mundo, en un aparente histérico y
alocado deseo de resolver el problema, sin calcular los riesgos de un proceso
de acción-reacción que, además, no
responde a las premisas globales del problema.
En cualquier caso, en
nuestro cómodo, confortable, y, a pesar de todo tranquilo espacio vital, nos hemos
encontrado de golpe ante algo nuevo y terrible. El concepto de seguridad que
hasta hace muy poco poseíamos, ha saltado por los aires hecho añicos. Esta
realidad aun no interiorizada, para la
que de momento nadie tiene respuesta ni solución, está establecida y está
produciendo efectos concretos. Todos malos. Sin que se estén produciendo
atentados, el impacto sobre la sociedad ya ha empezado a notarse y sus efectos
gravaran aún más si cabe, los deteriorados logros tan costosamente alcanzados
por la democracia en el sur de la eurozona. Si finalmente intervenimos
sustituyendo a Francia en Malí, tendrá unos costes inasumibles para España. Cada
vez es más evidente que se camina hacia una economía de guerra por más que se
empleen términos eufemísticamente difusos para describirla. En el pasado,
cuando los excedentes de producción eran abrumadores surgía una guerra.
¿Estamos ante nuevos e incesantes diseños para perpetuar un agónico
capitalismo?
Alcalá de Henares, 24
noviembre 2015 JMS.