Recién
iniciado 2017 hay dos grandes misterios heredados del anterior año, muy poco
explicados, que subsisten. Debieran ser motivo de análisis continuo y profundo
en los pagos de Podemos. Uno es la extraordinaria pérdida de 1 millón de votos,
(más de un 20%) aparentemente en un intervalo corto de tiempo--conviene
precisar que según nos contó Luis Alegre, antes de abril del pasado año y antes
del acuerdo con IU, el partido ya manejaba encuestas internas que indicaban una
caída del voto de 900.000 personas--. Este hecho sitúa el centro de gravedad
del problema, fundamentalmente, en la propia gestión de la acción política sin
que posteriormente se haya visto la toma de medidas concretas para el necesario
viraje. Esperemos que Vistalegre 2 sirva para algo y la guerra de facciones no
se cronifique y sigamos el camino de UPyD. El otro misterio es, ¿cómo el PP de
Mariano Rajoy mantiene 8 millones de votantes a pesar de la situación de gran
crisis en diferentes sectores? Desde la izquierda, se insiste que ello es
debido a la ignorancia y poca madurez política de una parte muy importante del
pueblo español. En mi opinión es inexacto y escasamente marxista este análisis
que obvia las propias responsabilidades. Efectivamente. Si analizamos el
planteamiento global de la izquierda veremos que en el plano teórico-práctico
se carece de alternativas concretas, o al menos, de alternativas cuya
viabilidad dentro del sistema puedan ser percibidas por los ciudadanos como
posibles con carácter inmediato. Y en el plano de la acción, desaparecido el
sindicalismo tradicional en un universo de autonomos , microempresas, y grandes
complejos robotizados, y por tanto de la huelga como mecanismo concreto de
lucha, todo queda reducido a la coreografía de las manifestaciones de denuncia
cuyo alcance es perfectamente medible y limitado. Estos dos hechos,--la
desilusión en la izquierda y la persistencia del voto en la derecha---
aparentemente inconexos, pueden estar más ligados de lo que parece. Por ello, a
poco que se esfuerce el PP (¡Ya he oído por ahí que Rajoy se ha convertido en
socialdemócrata!), el ciudadano se encoge de hombros, el desánimo cunde, y se
vota el hediondo mal menor. ¡Mucho trabajo por hacer! JMS. (03/01/2017).
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