sábado, 29 de diciembre de 2018

FRANCISCA DE PEDRAZA

Hoy se celebra el día mundial contra la violencia de género en todo el mundo. Grandes y festivas manifestaciones en todas partes. Probablemente habrá en ellas cientos de hombres presuntamente feministas, con su chapa en la solapa, que son maltratadores habituales. Es compatible. Cuando detuvieron a J. Dillinger, al interrogarle en profundidad, comprobaron con estupefacción que no se sentía, para nada, un criminal asesino. Así es, salvo excepciones, el caldo de cultivo donde se cuece la conciencia humana.

¿Y las mujeres? Fuera de los cánticos, de los eslóganes, fuera del falso sentirse útil cuando se asiste rutinariamente a estos actos reivindicativos que al instrumentalizarse, por reiteración, se vuelven monótonos e ineficaces con una finalización que suele acabar en la toma de cañas y la charla de otros temas, generalmente política general o deporte. Solo coreografía y retórica al uso.

Es demasiado importante el Feminismo en general y la violencia de género en particular para ser desarrollados con esa trivialización y superficialidad. Quizá, como se hacia antaño, cuando alguien debía ser investido caballero tenía que pasar una noche entera velando las armas, con muchas horas de reflexión y recogimiento. Igualmente, todo varón que se proclame feminista y contrario a la violencia doméstica tendría que hacer un profundo ejercicio de introspección intentando ponerse en los zapatos de algún arquetipo de mujer maltratada. Yo he elegido a Francisca de Pedraza, por pobre, sola y alcalaína. Es probable que muchos de los romeros de Alcala asistentes a la "mani" Cibeles-Sol desconocían quien fue esta mujer.

Yo sabía de su existencia pero apenas nada más. He tenido que informarme.

Fue una mujer sometida a malos tratos por su marido, Jerónimo de Jara. Uno de tantos sujetos maltratadores, nada especial, como los que hoy pueblan estadios, comercios, casas, calles y bares. Imagínense la época, alrededor del año 1600. ¡ Si hagan un esfuerzo, pónganse en los zapatos de Francisca !  Nada que ver con la sociedad de hoy. La mujer era apenas más que un mueble. El dominante universo de la Iglesia Católica solo concedía a la mujer un estatus concreto: el de fabricante y cuidadora de hijos más el cuidado y atención al varón, ya fuera padre o marido. Las demás instancias, si no eran subordinadas, estaban totalmente influidas por la Iglesia. Francisca contrae matrimonio en 1612, y comienza el infierno. Palizas, vejaciones, todo tipo de violencia a lo largo de mucho tiempo y en medio de la mayor impunidad, impunidad inimaginable para las mujeres de hoy. Dos años después de casarse huye al convento donde se educó y allí la fue a buscar el marido, después de prometer a las monjitas que sería buen marido se la lleva a casa y, claro está, continúan las palizas y vejaciones de manera redoblada. Pero he aquí, que esta impresionante mujer de temple inaudito, ni se suicida ni huye.

Decide plantar cara y acude ¡A la justicia de los hombres!

Primero a la ordinaria en 1619 y luego a la eclesiástica en 1620 y 1622. En todas las vistas en "pelota viva" para mostrar heridas, señales y cicatrices. Pierde, y es obligada a convivir con el marido. Quizá por una carambola o por un buen consejo consigue cambiar el pleito a otra jurisdicción. Ella elige la Universitaria y en ella se celebra el pleito de divorcio. ¿Conocía ella a Alvaro de Ayala, el primer rector graduado en ambos derechos: canónico y privado? El caso es, que en poco tiempo gana el pleito de divorcio y además obtiene la devolución de la dote. Por si esto no fuera suficiente para la época en que ocurrieron los hechos, ¡Obtiene la primera orden de alejamiento conocida en España! Deberían pasar tres siglos y, muy avanzado el siglo veinte para que se produjeran sentencias de este tipo.

Pero la pregunta que yo me hago---y debiera hacérsela toda mujer feminista---Si una pobre y sola mujer en aquel infernal contexto logro aquel imprevisible y fantástico resultado, (entonces no había "manis") ¿Como es posible que el contingente mundial de movimientos feministas demasiados y dispersos, pero en una situación radical y a años luz del año 1600 avanza--¿avanza?-- con esa parsimonia. ¿Hay una estrategia global adecuada? ¿Existe un mínimo de coordinación inteligente con el resto de movimientos reivindicativos? ¿Los entramados organizativos se construyen coordinadamente, o estamos en medio de pugnas y egos inútiles e ineficaces?

Abandonemos el gusto por los escenarios y la afición al espectáculo en cuestión tan importante y transcendental. Construyamos un feminismo que no sea de opereta y cartón piedra.

JMS.  (25/11/2018)

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