sábado, 29 de diciembre de 2018

MORAL, ÉTICA Y ESTÉTICA

En el texto anterior me propuse no hablar del chalet,....por prudencia. También por la importancia de la situación en que se encuentran grandes grupos sociales cuyo estado de precariedad, sufrimiento y exclusión en gran parte, merecían la atención del activismo, sin distracciones. Pero en estos momentos la situación ha cambiado de manera radical. Pablo e Irene, o Irene y Pablo---tanto da---con su referendum no solo pretenden justificar el derecho ético y moral---nadie duda de la legalidad---al título de propiedad de su casa, que pagan, sino que también exigen el título y derecho de propiedad del partido que lideran, pero que no les pertenece. Para eso, lo que en principio era una cuestión privada, más o menos objetable ahora se va a convertir en un plebiscito a lo "Kichner" para garantizarse la posesión de Podemos.

Y por ahí ya no se puede pasar.

¡Inimaginable!  Pero es una absoluta cobardía transferir la responsabilidad de un acto propio, privado, que inevitablemente habría de invadir el ámbito de la política, a los inscritos. Un político que aspira a gobernar una nación debe ser capaz de evaluar por si mismo y con la sensibilidad necesaria el alcance de todos sus actos. Si no sabe hacerlo, no merece aspirar a la dirección de un partido político de ámbito nacional y debe dimitir (como decía Monedero). Es totalmente inaceptable la coartada que quieren imponer, como si el dictamen de un colectivo proporcionalmente reducido que vota, fuera el certificado infalible que garantiza la posesión del sillón. Parece que es lo que al final se pretende. ¿Cuantos van a votar de los 450.000 inscritos que teniamos? ¿El 60%? (muchos son). Suponiendo que ganen el plebiscito por mayoría, otro 60%. Estamos hablando de 162.000 personas de los teóricos 5 millones de votantes que tiene o tenía Podemos,---el 3,24%---sin contar al resto de los españoles no afines, pero capaces de pensar, que algo tienen derecho a decir sobre un político que aspira a gobernar a todos.

No hay por donde coger este triste episodio, porque dentro del imaginario de Podemos no cabe el asunto. Tampoco se puede medir con el resultado del plebiscito. Es como si quisiéramos estimar el nivel literario de los españoles por la cola formada en el Corte Inglés para la compra del famoso libro de Belen Esteban. Lo siento mucho, Pablo e Irene o Irene y Pablo, tanto da. Yo soy uno de los que no va a votar esa parodia y si, finalmente, se hace el plebiscito y los adoradores de Pablo ganan, con su pan se lo coman, quedará definitivamente claro que Podemos no es el espacio político en el que yo pueda trabajar.
    
    JMS.  (21/05/2018)

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